jueves, 1 de diciembre de 2011

COOPERACIÓN 3

La gran pregunta vuelve a hacerse esta vez desde el lugar de cooperar para sacar brillo a lo que ya existe adentro. Seguro que si uno a estas alturas hizo un descubrimiento, habrá notado también la resistencia a creer en uno mismo y el rechazo a hacerlo real. Aquí funciona la magia, la resonancia armónica, para ponernos a nuestro favor. Nuestro razonamiento se encuentra colapsado y nuestros sentimientos están reprimidos por las obligaciones que nos hemos impuesto, por lo que a la hora de descubrir, nos encontramos pensando y sintiendo en nuestra contra. No es agradable de ver aquello que descubro en primera instancia, porque me ha servido como defensa y se ha basado en el miedo en vez del amor. Hay que ser amoroso con uno mismo, tenerse paciencia. Gran parte de las veces descubrimos aspectos negativos de nuestro ser, adquiridos por condicionamientos culturales, familiares o sociales. Cuando los observamos junto al ser real, al verdadero yo, brillante y valiente, tenemos la tendencia a sentirnos culpables, y no permitimos la verdadera reconciliación. Nos cuesta perdonarnos, dejar ir el error para corregir. Para quedarnos con el espacio que por ahora guarda la condición de vacío y precede a la promesa de espacio lleno con lo que más nos guste, provocando, creando, estimulando magia. Estar en contacto con nuestro deseo es dejarlo ir como un pedido que uno sabe que llegará en el momento perfecto, del modo perfecto y con nuestra asistencia verdadera. Sin necesitar morirme de sed para gozar de un vaso de agua. Satisfago un deseo Deseo agua para satisfacer mi sed. Suena sencillo, simple. No lo es, son generaciones tras generaciones de ADN tratando de sobrevivir, en vez de vivir. Distrayéndonos del milagro de la vida, fuente de amor y atrayéndonos hacia urgencias innecesarias nacidas en el miedo. Creer es ser el mago. ¿Qué desea ser para creer? Un hada, un ángel, un mago. Pues use algo más que la imaginación, cree un mundo para Ud. Piedras mágicas, meditación, varitas, sahumerios, sales, viajes, pero crea en Ud., pues en Ud. están todas las respuestas que está buscando. Pregúntese más… ¿Qué desea hacer para creer? ¿Qué elemento lo ayudaría a creer? ¿Qué rito haría para honrar su deseo? ¿Cuántas veces a la semana? ¿Para qué? ¿Cómo cumplir las promesas que Ud. se hace? Usaré un ejemplo más sencillo. Imagínese como un chef en su vida. Por un momento imagine qué virtudes pondría para degustar su propia vida, mientras prepara el plato que va a disfrutar. En un recipiente ubique todas las virtudes con las que cuenta en su despensa (Ud. mismo): Paciencia Poder Expectativa Educación Transformación Claridad Libertad Espontaneidad Orden Positividad Alegría Flexibilidad Confianza Salud Entrega Entusiasmo Nacimiento Integridad Perfección Bendición Compañía Sabiduría Ternura Comunicación Síntesis Fuerza Amor Paz Luz Propósito Responsabilidad Curación Compasión Desapego Inspiración Purificación Unión Simplicidad Deleite Belleza Comunión Fraternidad Gracia Honestidad Valentía Verdad Fe Creatividad Disponibilidad Humor Serenidad Comprensión Aventura Afecto Perdón Abundancia Obediencia Gratitud Cooperación Equilibrio Armonía Bondad Apertura Tranquilidad Esperanza Victoria Gloria Justicia Redención Discernimiento Haga una lista con lo que cuenta, y haga otra con las que cree que tiene que adquirir. Como con los alimentos, uno a veces tiene una virtud que otra que pelar, sacarle la cáscara. Otras que lavar, otras que cortar en fina juliana, y otras que requieren de una preparación previa, como los pickles. Imagine una actividad para cada una de las virtudes que posee, por ejemplo: Paciencia: ¿Cómo sacarle brillo? Sólo haré una cosa a la vez el día de hoy y disfrutaré del tiempo que en ella invierta. Amor: ¿Cómo quitar la cáscara? Sólo por hoy escucharé, hablaré y pensaré palabras amorosas. Libertad: ¿Cómo lavar esta virtud? Sólo por hoy soy libre de sentir lo que siento. Estos fueron algunos ejemplos de las virtudes que guardamos en la despensa. Ahora, ¿dónde consigo las virtudes que tengo que comprar para mi receta de felicidad? En el propio supermercado imaginario, abierto las 24 horas del día. Cada vez que se quiera agregar una virtud a la receta de la felicidad, hay que buscar primero inspiración, luego enfocar la mirada en ello, poner atención con la intención de encontrar y con paciencia buscar de a una la virtud que se quiere encarnar. Luego volver al paso 1. Pelar, sacar brillo, cortar en rebanadas… Y mezclar con el resto de las virtudes en casa. Revisar la lista para saber si los ingredientes en stock son suficientes. Podría ser que alguna virtud no sea suficiente de la despensa y tenga que adquirir algo más, pero la atención en este momento se vuelve importante. Según como se mezclen los ingredientes, la receta será más o menos sabrosa.

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