domingo, 20 de noviembre de 2011

COMPAÑÍA 5

• TRAMPA NÚMERO CUATRO: SOBORNAR O CORROMPER ¿Qué importa quién tiene el poder o quién lleva los pantalones en la casa? “Si haces lo que digo, te compro tal cosa o nos vamos de vacaciones, o cambiamos el auto, o nos mudamos”. ¿Cómo es esto? ¿No debería ser una discusión, un intercambio de opiniones sobre lo que nos conviene en este proyecto que tenemos juntos llamado PAREJA? “Ah, no me seduce. No me propone hacer el amor.” Bueno, ¿entienden que la libertad se ve afectada por todas las razones anteriores y que la sospecha corrompe lo que hizo nacer en la realidad a esta pareja? ¿Qué es esta estupidez de pensar que uno o el otro debe ser el que proponga? ¿O que si el otro me dice que está cansado, le duele la cabeza, o no tiene ganas, todo en la relación está mal? Conozco casos donde mujeres y hombres que se ven obligados a tener sexo o sienten que para tener sexo, o debe ser a cambio de algo. Esta es un arma de destrucción masiva del amor. El otro no me importa, no comparto el gusto de estar con el otro. Le estoy pagando, compensando o sobornando para conseguir más pasión, más deseo, más aventura. Es mentira. No se están dando valor, ni le están dando valor a nadie. Preferible que hagan ejercicio y/o cómprense un perro. No digo que esté mal, pero no es HACER EL AMOR. Hacer el amor depende de la imaginación, creatividad, gustos, y sobre todo, del placer compartido. ¿Qué clase de amor estamos compartiendo? Si no es espontáneo, libre y sentido, ¿estamos haciendo el amor? Es como comparar la diferencia entre cenar y compartir degustando la cena. Y Uds. saben que no es lo mismo. • TRAMPA NÚMERO CINCO: SEPARAR O DIVIDIR El final de la historia es que no sólo no estoy escuchando al otro, sino que no me estoy oyendo. Hago enormes esfuerzos para pararme en el presente pero está teñido del pasado, y la memoria no sirve para otra cosa que para quitar las mejores intenciones fuera del campo de la probabilidad de ser feliz. Dejo de creer que hacer feliz al otro me hace feliz. Perdí la perspectiva, la capacidad de observación. Todo está teñido de juicio. “MI FELICIDAD ES SU FELICIDAD”, se perdió, lo perdí. Si puedo perdonar y puedo perdonarme, puedo corregir, no para estar atada a una persona de por vida, sino para amar, sentirme amada, ser amable y dejarme amar en absoluta libertad y con absoluto gozo, ahora, siendo yo misma, aquí, y permitiendo al otro ser como es. Aceptar el amor, no significa aceptar lo inaceptable. Sino compartir lo aceptable por el bien común, que no es otra cosa que mi propio bienestar. Con sabiduría, sintiendo el sabor de la vida junto al otro. Si esto no es posible, si la reparación no alcanza para perdonar, habré logrado romper la magia de amor. Y si mi libertad no tiene precio, la del otro tampoco. Lo mejor es dejar de lastimar y lastimarme. E intentar recordar siempre, muy seguido, que el amor nos hace libres. No sirve retener a alguien que no nos ama, porque no nos estamos amando, ni sentimos amor, ni nos dejamos amar, ni estamos siendo amables, ni nos sentimos amados. De todas formas, tener pareja o no, es una elección que sólo puede hacerse en compañía de otro. No es posible solamente querer tener una pareja. Tiene que existir otro que también quiera. Y en este punto sólo depende de nosotros una parte, la otra depende de algo más que no está en nuestro control. La pareja es una manifestación más del amor que podemos sentir. No es indispensable, es una de las formas del amor. Es maravilloso, tan maravilloso como el encuentro entre cualquiera de los seres que forman parte de esta vida. Porque cada vez que me encuentro en el otro me vuelvo a conocer. Y el amor que siento lo llevo conmigo eternamente. Entonces, no elijo una pareja permanente, ni “hasta que la muerte nos separe”, ELIJO UNA PAREJA ETERNAMENTE PRESENTE.

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