lunes, 14 de noviembre de 2011

CONFIANZA 5

Es importante saber que la forma de encarnar la Fe es a través de la virtud. La certeza de que el resultado sólo nos acerca al logro. Mantener la libertad de equivocarme y de corregir, siempre a mano. La flexibilidad como la capacidad de descubrir algo nuevo de nosotros mismos sin juicio. Si es descubrimiento siempre es bueno. La Fe de que todo lo que hacemos nos lleva a nuestro propio bien y que todo lo que dejamos de hacer también. El gozo funciona como el sentido del gusto, de la afinidad, cuando hay que elegir y la sabiduría de soltarse de la experiencia, cuando se suelta la pelota, con la certeza de que todo está dispuesto para la satisfacción del deseo, en plenitud. No sólo una parte, no les pide la renuncia al gozo de ninguna experiencia de la vida, sino la renuncia de quien crees que eras en el pasado para encarnar ¡QUIEN ERES AHORA! Con la libertad de repetirte sin juicios. Yo soy el que soy y cumplo las promesas que me hago a mi mismo con disciplina y voluntad, pero sin esfuerzo y con gozo, intentando pasar cada vez más tiempo en paz y gozo, ante cualquier circunstancia que la vida pueda plantearme. Si no nos gusta... saber en nuestro interior que pasará, y que siempre podemos cambiarlo. Si nos gusta, saber que lo disfrutamos y que también pasará y siempre está en nuestro poder hacerlo. Sin la predisposición de creer que la fórmula que antes nos sirvió, nos va a servir para más adelante. Nada del pasado funciona de la misma manera en el presente. La confianza es como la vida, un juego, sólo podemos experimentarla y está en nuestro control exactamente el cincuenta por ciento, el resto no está en nuestras manos. Hay varias leyes, la de gravedad, por ejemplo, que puede alterar el resultado. Aún conociendo esas leyes hay una parte que no depende en absoluto de nosotros y sin embargo, está ahí, en la intuición y la percepción, en el observador que altera el resultado, en la consciencia. Más allá de la intuición, los pensamientos, los sentimientos y la acción. Es en esa parte donde debemos confiar en que cualquiera sea el resultado, será lo mejor para nosotros en ese momento. Y que esa experiencia es la que nos acerca al logro, y seguir probando no por supuesto del mismo modo, aprovechando la corrección sobre lo que sí podemos controlar sabiendo que cada vez estamos más cerca del resultado. Porque cada vez que nos equivocamos aprendemos algo distinto de nosotros mismos. No decimos, no puedo, sino que siempre nos disponemos con la mejor actitud a hacer en ese momento lo mejor. Confianza es con Fe, saber que el logro de todos modos se realizará y la satisfacción está dada como consecuencia. El PADRE jamás niega los deseos del hijo. Nuestros deseos ya están satisfechos, más allá de la experiencia. Creer esto y repetirlo varias veces al día, proporciona paz y soltura en el juego de la vida. Por otra parte, la confianza tiene todo que ver con el presente, no tiene que ver con el pasado y aún menos con el futuro. ¿Recuerdan? El miedo es una experiencia con una percepción desagradable o negativa del pasado, que condiciona el futuro y colapsa el presente. Si creo que no tuve habilidades manuales porque mi madre o mi padre me dijeron que no era habilidoso, probablemente me haya convertido en profesor de habilidades manuales tratando que mis padres me aceptaran y me quisieran durante un gran espacio de mi vida, a través de las habilidades manuales, y tratando una y otra vez con malas experiencias hacer que nos quieran. Esto no es posible. Lo único que podemos hacer es quererlos, lo demás no está en nuestro control. Que tomemos o soltemos este mandato, sí depende de nosotros, y nos da la libertad de elegir. Hacer muchas cosas más, qué habilidades descubriremos. Todo lo que queremos a través de la experiencia, pero, ¿cómo...? Habitando profundamente el momento presente. Haciéndonos responsable de quiénes somos en verdad, un ser maravilloso. Un ser que ama, que está hecho de amor. Haciendo muchas reuniones de consorcio internas. Cada vez que lo necesite, para consolar y confortar a quienes forman parte de su consorcio interno. Haciendo profundo silencio, tomando las manos de quienes forman este consorcio y pidiendo deseos, los que nos llevan a la felicidad, al bien común de mis partes. Pidiendo ayuda cuando no sabemos qué desear. Habitando el presente, haciendo una pausa cuando nos damos cuenta que no lo estamos haciendo para intentar una y otra vez volver al presente, observando lo poco común que tiene lo común, y lo común que tiene lo poco común. Sorprendiéndonos de las distintas vistas que tiene una misma cosa. Con los ojos del alma, mirar a nuestro alrededor y descubrirnos renovados y libres de prejuicios, sin comparaciones absurdas ni reclamos, sino con aceptación y disposición al cambio. Sin obstáculos, ni necesidad de probarnos continuamente. Delante, el camino está hecho por si mismo y elegimos qué es lo que hay y cuántas dificultades afrontar, y sólo nos detenemos cuando queremos preguntarnos ¿Para qué? Para habitar el silencio y el espacio, de nada sirven la vergüenza, ni el miedo, ambos detienen la evolución. El exceso de humildad es la modestia y el defecto, el orgullo. Los dos distorsionan. Que nos acerquemos cada día a ser un poco más humildes. En el espacio todo es mío, todo lo que intuyo, pienso, siento y hago es mío. Si me mantengo en él, no puede ser de otro, no puedo lastimar, ni ser lastimado. Dentro nuestro, hay un espacio, una sabiduría superior. Ese espacio, esa sabiduría superior, es el lugar donde habita la confianza y sólo la aventura del propio descubrimiento nos lleva a pasear para volver a nosotros cada vez que lo deseamos. Ese lugar, íntimo, sagrado y secreto donde sólo hay deseos, donde nos sentimos plenos, felices, completos y amados. La felicidad, la plenitud, la paz, nuestra visión de paraíso es un lugar absolutamente accesible, pues sólo tengo que observar a la esencia del ser, que tengo dentro. Es absolutamente placentero. En ese espacio siento confianza, todo se vuelve coherente, todo da respuestas. Es el lugar donde sentirse a sí mismo haciéndose preguntas y respondiéndose, haciéndose responsable de sí mismo y todo lo que lo rodea. Ese lugar es el lugar del gozo, en donde es imposible estar solo. Allí formamos la red más hermosa, más perfecta y nos ponemos en contacto con nuestro ser REAL. Nuestra condición de REALEZA. Habitamos haciendo realidad nuestros deseos, sin condiciones porque en este lugar, el tiempo no existe, en los términos de linealidad en el que lo conocemos. Hay tiempo para todo, la vida es eterna no permanente y fluye como un manantial sin fin que se alimenta de lo mejor de nosotros y por lo tanto refleja en el afuera lo mejor. En este lugar no hay vencimientos, ni obligaciones, sólo responsabilidades de gozo continuo, el hacer a favor de la esencia se vuelve natural, sin plazos. Lo que pedimos ya se hizo realidad antes de que lo deseemos, y parece mágico. No hay más necesidades que resolver, sólo el placer de disfrutar lo que deseo. Este es el tiempo del no-tiempo, donde todo es posible, y se hace posible para armónicamente sin intervención sólo a través del deseo. El ¨trabajo¨es sólo desear y ver la realidad en este nuevo espejo de descubrimiento continuo. No hay desconfianza posible, todo es maravilla y se refleja en el espejo de la realidad de la vida con amor e inocencia. El juicio y el prejuicio quedaron atrás, somos únicos y desde la visión, el paraíso se ha vuelto pacífico. Dejó de ser hostil para transformarse en un espacio donde puedo elegir libremente ser. ¡YO CONFÍO!

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